En agosto de 1954 comenzaron las obras del mercado de Barceló. El mismo que fue inaugurado el 30 de junio de 1956, como contó ABC en su momento. En febrero de 2010 fue demolido para construir otro, con un proyecto que en principio vería la luz en dos años. Los problemas se sucedieron y al final ha durado cinco años. Cinco años de espera para un nuevo espacio que ha terminado costando 64 millones y que acaba de inaugurarse.
Los mercados tradicionales van desapareciendo poco a poco de las ciudades. La competencia de los grandes supermercados, las nuevas costumbres de consumo, el aumento del valor del terreno, hacen que sea inviable su mantenimiento si no hay un cambio de uso, que suele incluir oferta hostelera y espacios gourmets.
Pero en los años cincuenta del siglo pasado, los mercados eran lugares concurridísimos. Cuando se inauguró en 1956, el párroco de la iglesia de Maravillas, don Celedonio León Herranz, bendijo los locales. Había 119 tiendas, en un edificio de cinco plantas. Como grandes novedades, se anunciaba un muelle de carga y descarga además de las cuatro entradas laterales del Mercado. En la planta baja había almacenes y cámara frigorífica. Cuando se inauguró, desaparecieron los puestos de la Corredera.
Por eso no hay que lamentarse tanto de que los comercios cambien, que aparezcan nuevos espacios y que otros varíen. A fin de cuentas las ciudades las habitan personas que cambian y varían. Pero uno no puede dejar de añorar la visita diaria al mercado del barrio, de la mano de su madre. El olor del pescado, el puesto de bacalao, que era cortado con una guillotina que se antojaba mágica, la carnicería en la que el tronco de madera tenía clavado un cuchillo inmenso con el que cortaban las piezas.
Para eso sirven las fotografías documentales, para dejar constancia de momentos de vida que no se repiten. Aunque pensemos que una fotografía de una obra de nuestros días no tiene interés, esperen a que pasen cincuenta años y la verán con otra perspectiva.
Fuente: ABC
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