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jueves, 15 de septiembre de 2011

Salas vacías a la espera de cinco siglos.

Los madrileños se han acostumbrado a ver su enorme portón de madera cerrado y sus muros rodeados por vallas y tablones. El Museo de Historia de la Ciudad, en la calle Fuencarral, permanece desde hace nueve años en obras y aún no tiene una fecha concreta para su reapertura. Las reformas para ampliar el espacio expositivo y rehabilitar el edificio histórico tienen un presupuesto de 19 millones de euros, según fuentes del Ayuntamiento de Madrid, y con ellas se pretende ganar 2.000 metros cuadrados de espacio.


En estos nueve años las obras han provocado el exilio de los fondos del museo, que alberga la historia de la capital desde el siglo XVI hasta la actualidad, que se han mantenido en zonas seguras del edificio y en el centro de apoyo a los museos del Cuartel del Conde Duque. En total se estima que son unos 60.000 piezas. Este largo proceso de rehabilitación ha hecho que las oficinas, primera parte terminada hace tres años, se hayan convertido en galerías de arte improvisadas. De sus paredes y de las de la biblioteca de investigadores cuelgan obras de pintores relacionados con Madrid, incluso una Alegoría de Madrid de Goya. También hay espejos venecianos y recargados relojes de pie con remates dorados junto a las mesas de los trabajadores del centro. Una planta más arriba se custodian en dos salas la colección de dibujos y grabados del museo y la de porcelanas. "No exageramos al decir que es la mejor colección de porcelana de la fábrica del Buen Retiro después de la del Arqueológico Nacional", explica Juan José Echeverría, coordinador general de Infraestructuras Culturales del Ayuntamiento de Madrid. Echeverría cifra los fondos cerámicos en 20.000 y valora la importancia de estas porcelanas, ya que "los ingleses, cuando se fueron de Madrid, destrozaron hasta los desagües de la fábrica para que no se pudiera recuperar la fórmula de la porcelana del Buen Retiro".


El museo se presenta desangelado. Las obras han permitido dar forma a espacios modernos y a estrenar en las cuatro plantas y han puesto en valor el patio trasero con la recién restaurada fuente de La Fama, que se convertirá en un patio lapidario con diferentes restos arqueológicos expuestos. Sin embargo, las paredes están huérfanas de obras, ya que aún están en el proceso de planificación de la museografía. En una de las salas está cubierta por plásticos y sobre el suelo la joya del museo: la maqueta de Madrid de León Gil de Palacio, una recreación de la ciudad en relieve de 1830. Solo la exposición temporal, en la planta baja, está abierta al público.

A pesar de que en verano de 2010 el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, visitó el centro ante la finalización de las obras, el museo permanece a la espera. Las causas del retraso, según Echeverría, son "la complejidad de las obras, la falta de dinero y las excavaciones arqueológicas", durante las cuales se encontró una antigua noria perteneciente a los pozos de nieve que surtían de hielo a la zona.

A finales de año se espera abrir la zona de acogida, que se sitúa en el patio interior, que se ha reformado y techado. Para la apertura de la primera fase -la muestra del siglo XVI- habrá que esperar hasta 2012, y para la segunda, a 2013. Sin embargo, Echeverría duda de los plazos por las dificultades con el presupuesto. "En 2005 pusimos en marcha el Plan Director de Museos y se empezaron a hacer las obras en todos los museos a la vez, porque en aquel momento creíamos que se podía", lamenta. Ahora, el Ayuntamiento se plantea buscar financiación en el llamado 1% cultural, el plan que puso en marcha el Gobierno por el que el Estado aporta un 1% del presupuesto de obras públicas a la rehabilitación del Patrimonio Histórico. "Buscaremos dinero ahí, ya que hasta ahora no han ayudado mucho a Madrid", explica. Mientras tanto, queda a la vista la hermosa fachada barroca de Ribera que da a la calle de Fuencarral. Aún se están realizando obras para vallar el recinto con una reja sobria que evite "el amor al graffiti de los chicos de este barrio", según Echeverría. La restauración de Concha Cirujano ha devuelto a la portada de piedra el esplendor de la época y ha permitido abrir dos vanos que se han cubierto con alabastro para que dé luz al interior.

Fuente: El País

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