Entre las 10 de la mañana y hasta bien entrada la noche, las calles de Malasaña fueron cambiando de aspecto a medida que las composiciones de cerca de un centenar de artistas aparecieron en las más de 100 persianas que habían sido cedidas por comercios del barrio para ser pintadas.
Durante toda la jornada, en el barrio se respiró un ambiente festivo, en el que las cámaras fotográficas de los curiosos disparaban decenas de fotos por minuto, el público se interesaba por el trabajo de los artistas y éstos se afanaban en conseguir un producto logrado.
Al final, Malasaña tuvo su prometida galería de arte al aire libre, arte urbano sobre lienzos de metal.
Fuente Somos Malasaña
La noticia en otros medios:
El País
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