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Varios niños pequeños se columpian y juegan en el parque, a la altura del número 3 de San Mateo, un paraíso de luz en medio de un laberinto de calles estrechas, aceras mínimas y espacios umbríos. Enfrente, salen de clase decenas de estudiantes del Colegio San Mateo entre el alborozo propio de la juventud. Se respira vida en el rincón, uno de los escasísimos espacios que tienen para el asueto los críos de los vecinos de esta zona, en la frontera entre Malasaña y Justicia.
Hubo una época en que sorprendentemente este callejón era un solar de la droga, rodeado de una tapia de metro y medio, donde varios narcotraficantes vivían y adonde acudían los toxicómanos a pincharse entre la maleza. Era sorprendente porque el callejón está en la trasera de la calle Fuencarral y frente al Museo Municipal, en obras desde illo tempore. Durante años pasó desapercibido, pero su existencia, revelada por este diario el 18 de abril de 2008, hizo que el Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón ordenara su inmediato derribo con la piqueta pocas horas después.
Pese a la rapidez del Ayuntamiento de Madrid, a los dealers les dio incluso tiempo para retirar la droga escondida entre ladrillos rotos. Ayer, el solar, propiedad del Consistorio, fue protagonista de al menos media hora de debate en el Pleno municipal. Un debate necesario, porque en estos pequeños detalles urbanísticos también se crea un modelo de ciudad.
Todo porque el Consistorio, dentro de la operación Barceló, quiere ventilarse el parque, con sus columpios y su tobogán, para recuperar el terreno, que tiene uso terciario, es decir, para oficinas o instalaciones de uso comercial, y venderlo a cambio de cerca de 2,7 millones de euros. El concejal socialista Marcos Sanz, respaldado por sus compañeros de IU y UPyD, pidió al equipo de Gobierno que «no hagan oídos de mercader» y se dejen influir por los 2,7 millones.
Para Sanz, la cuestión es decantarse «o por primar el pequeño negocio o por la necesidad de tener un centro mejor, más naturalizado». «En esos 650 metros se simbolizan dos modelos de ciudad. Nosotros queremos que el parque quede como está y no sea sustituido por un edificio comercial», remarcó.
El portavoz de Urbanismo de IU, Ángel Pérez, defendió la «pequeña vida cotidiana de la gente», que «no entendería verse privada de ese espacio a cambio de vender una parcela» y su homólogo en UPyD, Mariano Palacios, recordó que ese solar fue cedido gratuitamente al Ayuntamiento de Madrid en 1988 y se destinó en el Plan General a zona deportiva, aunque posteriormente fue modificado para uso terciario, informa Europa Press.
La concejala de Urbanismo, Paz González, tiró balones fuera y acusó a la oposición de usar «los sentimientos de las personas para jugar al Monopoly» y «agitar las banderas del populismo». González recordó que tras la inminente apertura del mercado de Barceló, los vecinos recuperarán los Jardines del Arquitecto Ribera, ahora ocupados por el mercado provisional.
«Los vecinos ganan», sentenció. Según fuentes municipales, con la operación Barceló se ha cuadruplicado el espacio estancial para los residentes. Para la asociación de vecinos de Justicia, sin embargo, el parque actual sigue siendo muy necesario, ya que carecen de espacios así por el barrio.
